
Supongo que conocen ustedes, por lo menos a grandes rasgos, el cuento del traje nuevo del Emperador. Pues bien; he de decir, aun a riesgo de parecer prepotente, que a menudo tengo la sensación de ser el único en darse cuenta de que el Emperador, en realidad, está desnudo. Y créanme, a veces me gustaría que no fuese así, para poder participar de la algarabía general. Digo esto a propósito del caso de Aminetu Haidar.
Desde el principio tuve la sensación de que, más allá de los hechos aceptados comúnmente, había varios aspectos confusos en este caso. Por eso, antes de decidirme a expresar mi opinión de manera firme, he tratado de recabar información desde diversas fuentes. Ahora, ya puedo ofrecer una opinión meditada, aunque todavía provisional, y me apetece compartirla con todo aquél a quien le interese. Allá va:
Se ha publicado en casi todos los medios que Marruecos negó la entrada a la activista saharaui el 13 de noviembre, cuando se disponía a entrar en El Alaiún procedente de Las Palmas. Y eso es cierto, aunque hay matices de importancia que la mayoría de las personas no han tenido en cuenta. Al parecer, en la ficha de control policial de la aduana, Haidar puso “Sáhara Ocidental”. Para que se hagan a la idea, es como si ustedes, o yo, a la hora de rellenar un formulario de entrada para mi país, o para cualquier otro, decidiera poner “vasco”, o “catalán”. O como si un ciudadano indio escribe “Cachemira”. Lógicamente, se le denegará la entrada, o la salida, según el caso. Eso, repito, les pasaría a ustedes, a mí, a mi padre y a mi abuela, con la diferencia de que a nadie le importaría un comino excepto a nuestros allegados. Pensarán ustedes, quizá, que son casos diferentes, que el conflicto del Sáhara no tiene nada que ver con los mencionados por mí, y es cierto, son casos muy diferentes. Sin embargo, a efectos administrativos no lo son. Al no estar esa nacionalidad oficialmente reconocida por Marruecos, los funcionarios de aduanas marroquíes hicieron aquello a lo que su responsabilidad les obliga; es decir, negar la entrada a esa mujer a menos que acreditase su nacionalidad marroquí. Haidar, habremos de suponer, se negó a reconocerse marroquí como forma de reivindicación y de protesta, gesto que me parece totalmente legítimo, como también lo es que los funcionarios le negasen la entrada. Que hubieran hecho la vista gorda en otras ocasiones, como así fue, no implica que debieran hacerlo en esta. Eso es difícilmente discutible. Sí lo es que, posteriormente, le retirasen su pasaporte y la trasladasen a Lanzarote de manera forzada, lo que supone una expulsión ilegal de libro. Eso nos lleva al papel del Gobierno de España. Se ha reprochado con dureza que el Ministerio de Asuntos exteriores permitiera la entrada de Haidar de manera irregular. ¿Debemos suponer, entonces, que las personas que sostienen esto se hubieran mostrado satisfechas si el Gobierno hubiese impedido la entrada de Haidar en nuestro país, como debería haber sido de acuerdo con la legalidad? No lo creo. Creo que, por el contrario, se le hubiera criticado aún más duramente. El caso es que su traslado forzoso ha llevado a Haidar a denunciar al Gobierno de España por “secuestro” y “malos tratos”, cargos extremadamente graves, aunque con visos de ser ciertos, por lo menos en lo referente al secuestro, entendido como retención contra su voluntad.
El día 16 de novienbre, Haidar inicia una huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote para que se le permita regresar al Sáhara, y presenta la mencionada denuncia, así como otra contra Marruecos por “expulsión ilegal”. El 18 de Noviembre, dos días después de iniciar su huelga de hambre, Haidar se ampara en su estado de salud para no comparecer ante un juzgado que le había citado por supuesta alteración del orden público. Ignoro cuál sería su estado de salud por aquél entonces, pero su gesto podría interpretarse, además de cómo otra forma de protesta, como un menosprecio hacia las leyes del país que, hasta entonces, la había tratado de manera más que favorable, y de las cuales se había beneficiado en más de una ocasión.
En mi condición de partidario de la desobediencia civil como forma legítima de protesta, no puedo criticarla por ello, pero creo que es un dato elocuente, por cuanto habla de una actitud poco proclive a la colaboración con las autoridades españolas.
Más: El 20 de noviembre, el Ministerio de Asuntos Exteriores propone a Haidar que, en caso de rechazar la propuesta de Marruecos de tramitar un nuevo pasaporte en el consulado marroquí en Canarias, puede solicitar la concsión del estatuto de refugiada, pero la activista rechaza ambas opciones. Es decir, se le ofrece una solución práctica para poder regresar a El Alaiún, pero ella se niega. De nuevo, considero que estaba en su derecho, pero esa versión casa difícilmente con la de que “España y Marruecos la están empujando a la muerte”, como posteriormente sostuvo.
29 de noviembre: Haidar rechaza la propuesta de Exteriores de concederle la ciudadanía española durante la reunión celebrada en el aeropuerto entre el director del gabinete del Ministerio de Asuntos Exteriores, Agustín Santos, y la activista, y que fue interrumpida cuando ésta sufrió un desvanecimiento. O sea, más de lo mismo.
4de diciembre: España fleta un avión medicalizado para trasladar a Haidar a El Aaiún pero Marruecos, que había autorizado el vuelo, impide que la aeronave despegue con una "contraorden".
5 de diciembre: Marruecos vuelve a impedir el regreso de Aminetu Haidar a El Aaiún. La activista se encuentra en el aeropuerto de Lanzarote a la espera de obtener los permisos necesarios que autorizen su regreso efectivo a El Aaiún. Es entonces cuando acusa a España de “ser cómplice de Marruecos” y de “empujarla hasta la muerte”. Tela, ¿no?
Mientras tanto, por toda España, se suceden las manifestaciones en apoyo a la activista y en contra de las políticas de Marruecos y de España; los antimonárquicos exigen la mediación del Rey (ver para creer); gente que no ha movido un dedo para exigir el respeto por los Derechos Humanos por parte de la dictadura castrista, o que, incluso,se declaran partidarios de ella, sale sin empacho a exigir eso mismo en el Sáhara, etc.
Posteriormente llegaría el feliz desenlace que conocemos todos: Haidar gana su pulso al Reino de Marruecos y al Estado Español y consigue regresar a su casa sin haber hecho una sola concesión, gracias al nutrido apoyo popular que su causa recaba. De paso, se convierte en un icono de la lucha por los Derechos Humanos a nivel mundial.
Bueno, bien está lo que bien acaba. Sin embargo, ¿saben una cosa? Me jode que intenten manipularme. Y, sobre todo, me jode cuando los que intentan manipularme son aquellos con los que, en principio, me identifico. Me explico. Se nos han vendido como ciertos unos hechos que no lo son. A saber:
-Que a Haidar se le prohibió la entrada a Marruecos desde un principio. Eso es, como mínimo, relativo. Ella podía haber entrado como marroquí. Sencillamente, no quiso. Luego, sí que es cierto que se le niega la entrada, al mantenerse ella en sus trece.
-Que España la tenía retenida. Falso. De hecho, me parece que, si de algo tenía ganas el Gobierno era de quitarse de encima ese marrón como fuera. Se le han ofrecido varias soluciones, dentro y fuera de la legalidad, para que regresara a su casa, y las ha rechazado todas. No ha querido hacer una sola concesión, y ha preferido mantener hasta el final su pulso con Marruecos y España, aun a riesgo de perder la vida.
-Que España y Marruecos “la están empujando a la muerte”. En fin. Lo de Marruecos, pase, por los precedentes, pero lo de España…
El cuadro de la situación que veo ante mis ojos incluye las siguientes figuras:
-Una mujer tenaz, valiente, inteligente, testaruda y proclive al martirio, con la razón de su parte, pero solo en parte, y que, por otra parte, se muestra extremadamente poco razonable en muchos momentos para buscar una salida satisfactoria al conflicto.
-Un país gobernado por un sistema arcaico, feudal, antidemocrático, intransigente y despótico, a la que la vida de sus súbditos (que no ciudadanos) parece importarle un comino.
-El Gobierno de un país democrático, torpe, confuso, temeroso y voluble, cuyas actuaciones parecen basarse más en la improvisación y el oportunismo que en unas convicciones firmes y sólidas.
-Una masa de personas bienintencionadas, en muchos casos mal informadas, con un sentido crítico unidireccional, que apoya de manera entusiasta y voluntariosa lo que consideran una causa justa, y que asume como dogmas una serie de falsedades y exageraciones que de ningún modo creo que sean inintencionadas.
O, dicho de otro modo, que raramente las cosas son solo blancas o negras. Generalmente, hay matices de gris. Pero, claro, considerar todos esos matices dificulta enormemente el tomar una postura rotunda respecto a determinadas causas, y hay causas en las que la indefinición o la discrepancias no están muy bien vistas.
Todos queremos ser buenos y sentirnos buenos. Yo, el primero. Pero, para mí, la idea de bondad está indisolublemente ligada a la idea de Justicia. Y esta, a la de la Verdad. Así, en mayúscula. Para juzgar correctamente un caso, hay que conocer los hechos. Cuantos más, mejor.
Yo, por mi parte, no puedo dejar de pensar que he asistido, aparte de a la valiente y orgullosa lucha de una mujer por su libertad y sus ideas, al intento (y consecución) de fabricar una mártir, con la necesaria y entusiasta colaboración de una gran cantidad de buenas personas. No debería tener que decirlo, pero, por si alguno lo dudase, apoyo la causa del pueblo saharaui y su lucha por la independencia de Marruecos. Me parece un buen fin. Pero, eso sí, no me vale cualquier medio.
Ahora, juzguen ustedes. Por cierto, lo que quiero decir ya lo dijo John Lennon hace tiempo, con menos y mejores palabras:
Buenas tardes.