Lo que son los prejuicios
Un turista polaco viaja por el metro de Madrid y ve a un musulmán de aspecto sospechoso. Le parece distinguir una bomba entre sus ropajes. Cree que si da la alarma el terrorista hará explotar la bomba, así que trata de acercarse a él para evitarlo. Mientras tanto, un inmigrante recién llegado de Yemen está, asimismo, viajando en el Metro de Madrid. Lleva un valioso regalo para su sobrino escondido entre la ropa por temor a que se lo roben. Un tío rubio y rapado le está mirando, y se aproxima a él con disimulo. Cree que puede ser un skinhead, o alguien que quiere robarle. Tras varias extrañas maniobras, el polaco sale corriendo detrás del árabe, forcejean, caen a la vía, y son atropellados por el siguiente tren, pensando, ambos, que han muerto como héroes. Al día siguiente el suceso aparece en los periódicos sin que nadie sepa encontrar una conexión entre las víctimas.
Todo por un sueño
Dos amigas compran juntas un boleto de lotería de Navidad y prometen repartirse el premio si les toca. Lo guardan en la taquilla que comparten conjuntamente en el gimnasio. Una de ellas sueña que la otra intenta robarle a su marido, y lo toma como un sueño premonitorio de traición. Al día siguiente se enteran de que El Gordo ha caído en el pueblo y su número ha resultado premiado. Se llaman para felicitarse y quedan en el gimnasio a las 6 para recoger el billete. Pero ella no puede esperar, y aparece a las 5 para comprobar si el billete aún sigue ahí. Abre la taquilla, el boleto no está. Tras ella está su amiga, que le dice: “No te molestes, el boleto ya está cobrado. Sabía que me traicionarías. Anoche tuve un sueño”.
¡Qué paradoja!
El Presidente de los Estados unidos se dispone a dar una conferencia. En su atril hay una notita que nadie había advertido. Dice que si no se pronuncia a favor de la abolición de la venta de armas en su discurso, recibirá un disparo en la cabeza. Si trata de avisar a alguien, también. El hombre, acojonado, cambia su discurso por un encendido alegato a favor de la prohibición. Cuando termina, es abatido de un disparo.
Paradójicamente, su asesinato despierta una oleada de rechazo hacia las armas en la población estadounidense, él se convierte en un mártir del pacifismo, y su última voluntad se traduce en una reforma de la Constitución de los Estados Unidos para prohibir la venta libre de armas.
1 comentario:
coño, qué guais!
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