Aquí. El abismo de la página en blanco. Despertarte tarde, otra vez, con la mente embotada por el hachís, sintiendo que otra mañana el mundo ha partido sin esperarte. Tener una llamada perdida en el móvil que no quieres contestar, y un mensaje que mejor no hubieras leído. Mirar alrededor y ver cómo todo lo que te define prosigue su inexorable proceso de descomposición. Y, encima, las jodidas hemorroides. Pero el día gris se adecúa a tu estado de ánimo, y eso te reconforta.
Enfrente. Esta mañana no tienes ganas de cantar. Estaría bien que la ropa supiera tenderse sola, pero no. Hay que salir y asomarse al mundo. Esta tarde irás al médico y te darán los resultados. Será lo peor. Volverás y harás la cena, y no se lo dirás a nadie hasta dentro de un tiempo, cuando ya no puedas. Y aun así, cantarás unas cuantas veces más. No te preocupes, no se quedarán solos, seguirán sin ti, vivirán, estudiarán, procrearán, harán una vida.
Al lado. Bueno, no pasa nada porque faltes un día a clase. Nunca serás más joven de lo que lo eres hoy, pero eso es algo que ahora, frente a la pantalla, inmerso en esa vertiginosa ficción eléctrica, todavía no sabes. Ni debes saber. Crees que nunca volverás a amar como amas ahora, pero no es así, sólo estás aprendiendo a dar y quitar. O quizá sí es, y lo sucesivo no serán sino meras variaciones de una misma melodía. Te queda todo por delante, sí, pero tú también te sorprenderás un día pensando en lo que fuiste. Pero hoy disfruta, chico. Hoy, ganaste.
Arriba. Las cosas no van a mejorar. Tampoco aunque dejases de beber. Así pues, bebe, pero no les hagas más daño que ese. También podrías regresar, pero no lo harás, antes el hambre que la vergüenza. Ella te dejará, pero no servirá de nada, ni a ti ni a ella. A los niños sí. Nunca volverás a ver a los rostros que desde la pared te preguntan cuándo vienes a vernos.
Arriba, al lado. Estás cansada, pero se te pasará. Cuando ella se vaya descubrirás que sientes alivio y eso te mortificará, pero no por mucho tiempo. Llegará un día en que a alguien le tocará cuidar de ti, y entonces sabrás que lo mereciste. No, no va a ser fácil, y esa persona que te sacará de tu vida a bien lejos no va a aparecer nunca, pero si lo piensas bien, tampoco nunca estarás sola. Ella no sabe expresarlo, pero te quiere.
Arriba, enfrente. Hoy nadie. Hiciste bien.
Aun más arriba. No te preocupes, deja en paz el horóscopo. Aunque todavía amas a Carlos, el niño que esperas será bienvenido, y Santi será un buen padre. Conseguirás llegar a un estado que muchos definirían como felicidad. No siempre, claro, pero sí el tiempo suficiente.
Aun más arriba, Enfrente. Sí, tienes un aspecto estupendo. Aun así, lamento decirte que la decisión ya está tomada, la entrevista de trabajo es una pérdida de tiempo, un paripé, un conocido del hijo del jefe ya está sacando brillo a esa mesa. Pero créeme, es una suerte, te hubieras podrido en esa oficina. Encontrarás un buen trabajo que no te hará rico, pero tampoco infeliz. Eso sí, olvídate, nunca serás famoso.
Más allá, afuera. Pasaste a un estado, más allá del dolor, del frío, la pena, en que puedes reír y que parezca que ríes de veras. Saldrás de esta vida y empezarás otra, y no permitirás que nadie vuelva a llamarte puta. Conseguirás traer a tu hijo, y aunque sufrirás grandes penas por él, nunca sabrá, ni él ni nadie, y tú llevarás la cabeza orgullosa y la corona invisible de aquellas que consiguieron cambiar el mundo.
Más allá. Tú no. Tú seguirás gastando la calle, te irás arrugando, encurtiendo, vaciando y envileciendo, hasta que al final no te harás acreedora sino de lástima. Eso te permitirá sobrevivir más de lo que nadie hubiera apostado, hasta que un día todos te verán en las noticias, pero no por aquello que tú imaginabas cuando eras niña allá en Bucarest, en la cocina, ayudando a mamá, y mamá mirando a la ventana, lejos, cuándo llega papá. No, no será así. No quieras saber.
Al lado. A ti te gusta más usted. Pues bien, usted. Usted no sabe lo que usted es. No sabe que esa distancia no es respeto, sino desprecio. Aunque sí sabe, y por eso usted prefiere ser usted, qué dirían si le conocen bien a usted, usted no soportaría la franqueza. Usted no sabe que huele mal, que las chicas lo echan a suertes para ver con quién, porque a pesar de su oficio, usted es demasiado repugnante. Usted tiene muchos amigos, sí, es raro que nadie le llame si no hay dinero de por medio. Sus hijos le odian. Le culpan, con razón, de ser quienes son, los hijos de un hijo de puta.
Enfrente. Tu aspecto engaña a los demás. Pudiste ser un hombre diferente, pero cometiste un error y perdiste tu oportunidad. Incluso en la cárcel intentaste salir a flote, pero fuera… fuera el mundo no perdona. Siempre te perseguirá ese que pudiste llegar a ser, nunca dejará de hablarte al oído hasta que no aguantes más y parecerá que fue un accidente, que no viste venir esa guagua.
En la guagua. Tú: si tan sólo pudieras ir escuchando jazz, este curro sería otra cosa. Tú: déjalo, te ha pillado el toro, no vas a conseguir aprobar, pero tampoco es tan importante, lo que harás durante el resto de tu vida no tiene nada que ver con esto. Tú: no, no te ama, en el fondo lo sabes. Tú: déjate el pelo, está bien así. De todos modos él no se va a fijar. Tú: venga, dile algo, dile que ese libro que está leyendo te encantó, pero no lo harás, será otra, en otra ocasión, y será ella quien venga a ti. Tú: ella te critica del mismo modo que tú la criticas a ella. En el fondo sois tal para cual. Piensa en cuán aburrida será tu vida el día, no tan lejano, en que a ella le falle el corazón. Vosotras: a nadie interesa vuestra conversación, será divertido cuando el tipo del periódico os mande callar. Tú: cuando mandes callar a esas dos cotorras será tu gran momento del día. Antes de irte a la cama, habrás contado seis veces la misma anécdota.
En ese coche. Si supieras dónde va a acabar ese cacharro te dejarías de tanto tunning, colega. Te irás con fulgor y con estrépito, sí, con sirenas, policía, cristales rotos y goma quemada. No es tan mala opción, en realidad, dadas las circunstancias.
Al lado, en la calle. Te encanta ser cartero. No pides más que eso a la vida, tu chica, tu casa, tu perro. Sin embargo ella se cansará, tu perro se morirá, y tú acabaras grabando con tus posaderas el mismo taburete del mismo bar para tomar lo mismo a la misma hora. Pero no te preocupes, tampoco te darás cuenta. Como venga lo tomarás.
Aquí, nuevamente. La página ya no está en blanco. Algo es algo. Sin embargo las hemorroides siguen ahí. Suena el teléfono móvil.
Enfrente. Esta mañana no tienes ganas de cantar. Estaría bien que la ropa supiera tenderse sola, pero no. Hay que salir y asomarse al mundo. Esta tarde irás al médico y te darán los resultados. Será lo peor. Volverás y harás la cena, y no se lo dirás a nadie hasta dentro de un tiempo, cuando ya no puedas. Y aun así, cantarás unas cuantas veces más. No te preocupes, no se quedarán solos, seguirán sin ti, vivirán, estudiarán, procrearán, harán una vida.
Al lado. Bueno, no pasa nada porque faltes un día a clase. Nunca serás más joven de lo que lo eres hoy, pero eso es algo que ahora, frente a la pantalla, inmerso en esa vertiginosa ficción eléctrica, todavía no sabes. Ni debes saber. Crees que nunca volverás a amar como amas ahora, pero no es así, sólo estás aprendiendo a dar y quitar. O quizá sí es, y lo sucesivo no serán sino meras variaciones de una misma melodía. Te queda todo por delante, sí, pero tú también te sorprenderás un día pensando en lo que fuiste. Pero hoy disfruta, chico. Hoy, ganaste.
Arriba. Las cosas no van a mejorar. Tampoco aunque dejases de beber. Así pues, bebe, pero no les hagas más daño que ese. También podrías regresar, pero no lo harás, antes el hambre que la vergüenza. Ella te dejará, pero no servirá de nada, ni a ti ni a ella. A los niños sí. Nunca volverás a ver a los rostros que desde la pared te preguntan cuándo vienes a vernos.
Arriba, al lado. Estás cansada, pero se te pasará. Cuando ella se vaya descubrirás que sientes alivio y eso te mortificará, pero no por mucho tiempo. Llegará un día en que a alguien le tocará cuidar de ti, y entonces sabrás que lo mereciste. No, no va a ser fácil, y esa persona que te sacará de tu vida a bien lejos no va a aparecer nunca, pero si lo piensas bien, tampoco nunca estarás sola. Ella no sabe expresarlo, pero te quiere.
Arriba, enfrente. Hoy nadie. Hiciste bien.
Aun más arriba. No te preocupes, deja en paz el horóscopo. Aunque todavía amas a Carlos, el niño que esperas será bienvenido, y Santi será un buen padre. Conseguirás llegar a un estado que muchos definirían como felicidad. No siempre, claro, pero sí el tiempo suficiente.
Aun más arriba, Enfrente. Sí, tienes un aspecto estupendo. Aun así, lamento decirte que la decisión ya está tomada, la entrevista de trabajo es una pérdida de tiempo, un paripé, un conocido del hijo del jefe ya está sacando brillo a esa mesa. Pero créeme, es una suerte, te hubieras podrido en esa oficina. Encontrarás un buen trabajo que no te hará rico, pero tampoco infeliz. Eso sí, olvídate, nunca serás famoso.
Más allá, afuera. Pasaste a un estado, más allá del dolor, del frío, la pena, en que puedes reír y que parezca que ríes de veras. Saldrás de esta vida y empezarás otra, y no permitirás que nadie vuelva a llamarte puta. Conseguirás traer a tu hijo, y aunque sufrirás grandes penas por él, nunca sabrá, ni él ni nadie, y tú llevarás la cabeza orgullosa y la corona invisible de aquellas que consiguieron cambiar el mundo.
Más allá. Tú no. Tú seguirás gastando la calle, te irás arrugando, encurtiendo, vaciando y envileciendo, hasta que al final no te harás acreedora sino de lástima. Eso te permitirá sobrevivir más de lo que nadie hubiera apostado, hasta que un día todos te verán en las noticias, pero no por aquello que tú imaginabas cuando eras niña allá en Bucarest, en la cocina, ayudando a mamá, y mamá mirando a la ventana, lejos, cuándo llega papá. No, no será así. No quieras saber.
Al lado. A ti te gusta más usted. Pues bien, usted. Usted no sabe lo que usted es. No sabe que esa distancia no es respeto, sino desprecio. Aunque sí sabe, y por eso usted prefiere ser usted, qué dirían si le conocen bien a usted, usted no soportaría la franqueza. Usted no sabe que huele mal, que las chicas lo echan a suertes para ver con quién, porque a pesar de su oficio, usted es demasiado repugnante. Usted tiene muchos amigos, sí, es raro que nadie le llame si no hay dinero de por medio. Sus hijos le odian. Le culpan, con razón, de ser quienes son, los hijos de un hijo de puta.
Enfrente. Tu aspecto engaña a los demás. Pudiste ser un hombre diferente, pero cometiste un error y perdiste tu oportunidad. Incluso en la cárcel intentaste salir a flote, pero fuera… fuera el mundo no perdona. Siempre te perseguirá ese que pudiste llegar a ser, nunca dejará de hablarte al oído hasta que no aguantes más y parecerá que fue un accidente, que no viste venir esa guagua.
En la guagua. Tú: si tan sólo pudieras ir escuchando jazz, este curro sería otra cosa. Tú: déjalo, te ha pillado el toro, no vas a conseguir aprobar, pero tampoco es tan importante, lo que harás durante el resto de tu vida no tiene nada que ver con esto. Tú: no, no te ama, en el fondo lo sabes. Tú: déjate el pelo, está bien así. De todos modos él no se va a fijar. Tú: venga, dile algo, dile que ese libro que está leyendo te encantó, pero no lo harás, será otra, en otra ocasión, y será ella quien venga a ti. Tú: ella te critica del mismo modo que tú la criticas a ella. En el fondo sois tal para cual. Piensa en cuán aburrida será tu vida el día, no tan lejano, en que a ella le falle el corazón. Vosotras: a nadie interesa vuestra conversación, será divertido cuando el tipo del periódico os mande callar. Tú: cuando mandes callar a esas dos cotorras será tu gran momento del día. Antes de irte a la cama, habrás contado seis veces la misma anécdota.
En ese coche. Si supieras dónde va a acabar ese cacharro te dejarías de tanto tunning, colega. Te irás con fulgor y con estrépito, sí, con sirenas, policía, cristales rotos y goma quemada. No es tan mala opción, en realidad, dadas las circunstancias.
Al lado, en la calle. Te encanta ser cartero. No pides más que eso a la vida, tu chica, tu casa, tu perro. Sin embargo ella se cansará, tu perro se morirá, y tú acabaras grabando con tus posaderas el mismo taburete del mismo bar para tomar lo mismo a la misma hora. Pero no te preocupes, tampoco te darás cuenta. Como venga lo tomarás.
Aquí, nuevamente. La página ya no está en blanco. Algo es algo. Sin embargo las hemorroides siguen ahí. Suena el teléfono móvil.
3 comentarios:
MAGISTRAL...y teniendo en cuenta que el empleo de la segunda persona no es fácil. Me encantará verlo en el blog del curso. Muy buena idea de esa estructura coral a partir de adverbios de lugar. Magnífico lo de las distintas voces en la guagua. MAESTRO, ERES MUY BUENO...
De nuevo gracias, tío. Algunos elogios, dependiendo de quién provengan, significan mucho. Como curiosidad te diré que vivo en Molino de Viento, la calle de las putas, y ese es un observatorio privilegiado para elucubrar sobre la condición humana.
Kepa!!!
Decía yo "ya lo felicito el próximo día cuando lo vea, porque me sabe más", pero me dije "joder es que tengo que felicitarlo pero ya!!"
Ole tío!!!!
No voy decirte que parte me ha gustado más y que parte me ha gustado más todavía, sabes! En este comentario que te envío no existen las palabras "no me ha gustado esta parte", por que me ha encantado y de verdad.
Te veo el próxima día!
Un abrazo
Chari.
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