Se detiene a unos seis metros de mí.
-Lo prueba el hecho de que a estas alturas pueda estar hablando frente a ti y todavía mantenga la cabeza en su sitio. Ivette, querida, descansa. Ya me ocupo yo.
Ivette baja el revólver y se desploma de rodillas, sollozando. Parece muy afectada. Lo sentiría por ella si no fuera porque dentro de unos momentos voy a estar haciéndole compañía a lo que queda del Señor Corsini bajo el inmenso culo de un elefante asiático.
-Sólo hay una última cosa que quiero saber antes de poner fin a esta desagradable situación, Bonzo. ¿Cómo supiste que yo maté al mono?
-El Sr. Cheeseburger tenía problemas, pero sabía distinguir perfectamente un Valium de un Nolotil, Mandrake. Y, además, nunca se le ocurriría echar mano del frasco sin mi permiso.
-Entiendo.
Amartilla el revólver.
-En fin, querido amigo.
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