martes, 19 de mayo de 2009

Sobre el oficio de las letras

"La vida de un escritor es un verdadero infierno comparada con la de un empleado. El escritor tiene que obligarse a trabajar. Ha de establecer sus propios horarios y si no acude a sentarse a su mesa de trabajo no hay nadie que le amoneste. Si es autor de obras de ficción, vive en un mundo de temores. Cada nuevo día exige ideas nuevas, y jamás puede estar seguro de que se le vayan a ocurrir. Dos horas de trabajo dejan al autor de ficción absolutamente exhausto. Durante esas dos horas ha estado a leguas de distancia, ha sido otra persona, en un lugar distinto, con gente totalmente distinta, y el esfuerzo de volver al entorno habitual es muy grande. Es casi una conmoción. El escritor sale de su cuarto de trabajo como aturdido. Le apetece un trago. Lo necesita. Es un hecho que casi todos los autores de ficción beben más whisky del que les conviene para su salud. Lo hacen para darse fe, esperanza y ánimo. Es un insensato el que se empeña en ser escritor. Su única compensación es la libertad absoluta. No tiene quien le mande, salvo su propio espíritu, y eso, estoy seguro, es lo que le tienta".

Roald Dahl

(Gracias, Cande)

10 comentarios:

Lunática dijo...

Estas palabras me suenan... y mucho. ¿Dónde las habré oído antes?

pepa mas gisbert dijo...

Y entonces ¿por qué tanta gente está empeñada en serlo?.

Saludos

recordando a Benedetti

El Ángel... dijo...

Yo no me empeño en serlo, quizás porque no bebo, pero claro que la libertad absoluta es una tentación. Sin animo de contradecir a Dahl creo que cuando eres un profecional de las letras tienes el peso de la entrega del trabajo en x plazo, claro está que durante esas dos horas que ha estado a leguas de distancia, ha sido otra persona, en un lugar distinto, con gente totalmente distinta, está en un viaje que no hay oro que pueda pagarlo.
Muy buena entrada.
Un abrazo.

Sr. Miyagi dijo...

Lunática: No sé, yo supe de ellas por Cande. Y Roald Dahl es alguen a quien merece la pena escuchar, un Hans christian Andersen del siglo XX.

Alma: La libertad absoluta, Alma, la libertad absoluta.

Angel: supongo que la diferencia entre un escritor asalariado y un autor consagrado es la misma que entre un ginecólogo en Beberly Hills y un médico militar en tiempos de guerra. En el fondo se trata de lo mismo, pero no.

Brindemos por el oficio de las letras, amigos. Por esos afortunados, por esos insensatos.

spulzeer dijo...

Descubrí a Dahl hace algunos años, en inglés y por casualidad. Fue una amiga en Madrid quien me abrió las puertas a su mundo.
Yo sólo entiendo que, desde su punto de vista, y con el que yo coincido, un escritor es un soñador y un iluso. Y brindo por eso. Gracias a Dios que se puede ser así, a pesar del whisky y a pesar de las horas muertas.

(De nada, Pedro)

Celsa Muñiz dijo...

Como voy a ser buena escritora si cuando termino los relatos no me bebo na de na... jejeje
Esto me suena. No sé de quien es, pero me suena.

Lunática dijo...

Sr. Miyagi, cuando decía que estas palabras me sonaban, lo hacía porque ya las había leído y escuchado (esto último en un taller literario)... Estoy de acuerdo que merece la pena leerle.

El don de soñar y la libertad absoluta, es un don de todos: los que escriben, los que leen, los que no lo hacen, los que ríen y lloran, los que nos hacen la "puñeta" y los que no...

Brindo con todos para no dejar nunca de soñar.

Raúl dijo...

Conocía el extracto.
Tal y como Dahl lo explica, parece que en lugar de una compensación, la libertad absoluta se convierta en una condena.
Un buen blog, el tuyo.

lolo dijo...

También puedes vender tu alma al diablo si quieres ser un buen escritor... Seguro que si estás leyendo este blog de perversión y lascivia eres un pecador/pecadora que te cagas...
No, en serio está bien el blog y gracias por los comentarios, Pedro.

antonio dijo...

bueno, bueno..............