lunes, 18 de mayo de 2009

Anatomía de un crimen

(Otra idea para la misma imagen)

Dios mío, qué desastre. ¿Tú qué dirías que ha pasado aquí? preguntó O´Reilly. Ven, agáchate, dijo Charles. ¿Ves la coloración azulada en el contorno de las uñas? Eso, junto con el estado moderado de rigor mortis y la temperatura corporal, determinará que los sujetos llevan entre seis y ocho horas muertos. La causa de la muerte parece deberse, en el caso de él, a una pérdida masiva de sangre, provocada, casi con toda seguridad, por la herida del cuello. Mira, acércate. Observa los bordes irregulares, el desgarro y la separación de los tejidos. Esto es lo que se llama una herida avulsiva. Yo diría que fue hecha con algún instrumento en forma de gancho, quizá con un gancho de carnicero o algo así, pero para saber eso habrá que hacer un análisis más a fondo de la herida. El resto de las lesiones que se aprecian a simple vista no parecen haber sido mortales de necesidad. También presenta contusiones de diverso grado en el rostro, pero es difícil saber si se produjeron antes o después de la muerte, y en todo caso debieron realizarse por ensañamiento, pues si hubieran querido dificultar la identificación del cadáver, probablemente le hubieran amputado también los dedos para borrar sus huellas. De todos modos, determinar eso es tarea del juez. En cuanto a ella, podría haber muerto por un traumatismo craneoencefálico severo, pues ninguna de las otras heridas que se aprecian en un primer vistazo parece haber sido causa suficiente por sí misma. Las abrasiones en las muñecas nos revelan que debieron haberla atado, y presenta claros indicios de haber sufrido una agresión sexual. De nuevo, es difícil determinar si eso ocurrió antes o después de su muerte sin examinar el cadáver en profundidad. ¿Eso de ahí es mierda?, preguntó O´Reilly, señalando la mancha marrón junto a la puerta. Eso parece, respondió Charles. Podría ser de él, de ella, o de ambos. O de una tercera persona, claro. Y apostaría lo que sea a que esos dibujos en la pared no han sido hechos con pintura roja. Joder, exclamó O´Reilly, cómo nos pasamos anoche, ¿no? Quizá deberíamos limpiar un poco todo esto. Bah, respondió Charles, no te preocupes. Nadie en su sano juicio sospecharía del forense.

4 comentarios:

El Ángel... dijo...

Curioso, una descripción detallada que se resuelve en la última frase. Tienes arte para describir, sin duda.
Un abrazo

Lunática dijo...

Me quedo con el otro texto.

Celsa Muñiz dijo...

Pues es verdad, nadie sospecharía de un forense, eh
Muy ingenioso y muy bien descrito.
Saludos.

Cesar Chavez Martinez dijo...

Buen texto, recien descubro este enlace, asi que estare viendo mas contenido.