martes, 17 de febrero de 2009

Microrrelato (VIII)

Finalmente, tras años de infructuosos intentos, logró construir la máquina del movimiento perpetuo. Al cabo de diecisiete días, harto de ella, la destrozó a martillazos

2 comentarios:

spulzeer dijo...

una muy buena amiga me dijo una vez que tuviera cuidado con lo que hacía, porque, cuando algo me gustaba, tenía la mala costumbre de convertirlo todo en un vicio: el tabaco, las cervezas, el sexo... ahora soy adicta a tus microrrelatos...

Sr. Miyagi dijo...

No sabes cuánto me halaga eso, Pons. Trataré de tener preparadas más dosis para tí de aquí en adelante.